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25 may 2007

No hagan olas

Creo que el resumen del sentimiento que más se está manifestando estos días es que no es nada personal con nadie sino específico con todo……….¿eh?!?!?!
Si una torta se divide entre 25 personas nos toca 1/25 parte del pastel, pero si la misma torta se divide entre 10 es 1/10 y entre dos, ½; o sea a igual dividendo y menor divisor, mayor cociente. Esto que no es una clase de matemáticas para parvulario, es la lógica de cómo ha funcionado nuestro país en los últimos (apenas) 150 años de existencia.

Argentina se caracterizó después del primer tercio del siglo pasado, por tener una clase media que movía la rueda económica. Si bien siempre fue un país donde existieron diferencias, se generó de a poco una clase social que aspiraba a alcanzar determinadas metas, movía la economía, y en la que “m’hijo el dotor” era un sueño alcanzable con sacrificio.
Ese sueño del portero que podía llegar a Gerente General (y que tanto se esfuerza Hollywood en retratar como el “american way of life”, cada vez con menos calidad y ni que hablar de la credibilidad), además de ser un sueño, poco a poco se fue llevando a una utopía imposible.

Los pesados años de los 70 empezaron a cambiar el entramado social de la Argentina y en los 90 nuestra ignorancia colectiva terminó de hacer el trabajo pendiente y así quedamos, como un país de ricos y pobres, y lo que es peor, los pobres además peleando contra otros pobres, mientras los de la “Bélgica” local seguían su ignorante, irrespetuosa, y corrupta pizza con champagna.

El fútbol como elemento integrante del universo de actividades de una sociedad no puede escapar a esa lógica o dinámica de grupo.
Quién (de los que ya peinamos alguna cana) no recuerda al Atlanta de Gómez Voglino (pedazo de jugador), al Deportivo Español de Carlos Veglio, al Quilmes que ganó un Metropolitano en el 78, el huracán del 73 (año del milagro),el AAAJ campeón con Saporiti, y hasta al mismísimo Ferro que ganó con Gruiguol en los 80. Hoy todos, clubes que si no se extinguieron, están en la B o peleándola en el final de la tabla de la A.
Quién no se acuerda que un velez tenía un pedazo de jugador como el cordobés Willington, o los canallas a Aldo Poy, o los leprosos a un Oberti, o el loco Housemann en nuestro hijo, y así cualquier equipo tenía su figura de peso.

Hoy cualquier jugador que despunte pasa por los intermediarios a “las vidrieras” del fútbol. El deporte dejó lugar al negocio, y los negocios no se rigen por la “pisadita”, ni por el pan-y-queso, ni por códigos de “rompe-pincha-pierde-paga”. Se manejan por las leyes del dinero y allí, se pierden los valores.
Cuánto le podría durar hoy un Vargas o un Carnevalli a Chacarita? O un Márcico a Ferro, o como se llame que valga la pena a cualquier equipo que no sea “vidriera”? Si hasta a nosotros mismos nos cuesta retener a un Botinelli!!!

San Lorenzo se caracterizó por ser un aglutinante de masas que compitió cabeza a cabeza por el predominio en las marquesinas con los otros dos grandes de la ciudad (dejo momentáneamente fuera a los otros dos por ser de Avellaneda). Pero volvemos al principio: si achicamos el divisor, la torta es más grande, entonces empezamos a ver el por qué de ciertas cosas (independientemente de la culpa propia de malas dirigencias que gestionaron el club como jeques y regalaron el patrimonio, de ese momento y el futuro).
No sólo me refiero al fútbol dominguero sino al factor social del club. En el Gasómetro jugaba la albiceleste, y era siempre lugar de “podio” en los clásicos bailes de carnaval que hasta casi fines de los 70 se publicaban en los periódicos como las notas destacadas de esas épocas. Si hasta tocó Santana en el Gasómetro!!!!!!!! Y para quien no lo recuerde, se hacían espectáculos nocturnos como por ejemplo los de la “diablada de Oruro” (la primera vez que pisé la cancha). La ubicación estratégica del Gasómetro, su representatividad como club en un barrio populoso, era una golosina que podía molestar en el festín del que quisiera dejar el fútbol local como la dualidad eterna del Nacional – Peñarol o del Madrid- Barcelona. A cuántos equipos del fútbol nacional se les quitó la cancha con la excusa de abrir calles para hacer un barrio más accesible?

En el reparto del negocio, se armaron dos, la tele, y el resto al bombo. Como el reparto de las joyas de no hace mucho. No es casual que hoy mismo Ramón diga que tenemos que poner un periodista adicto en TyC. ¿Casualidad?, ¿Broma?.

El circo del fútbol hace tiempo dejó de ser deporte para ser negocio y es allí donde nos jode a los que no somos negociantes, sino meros hinchas de un club. Es esa sensación de que cualquier cosa será válida para inflar las arcas de los poderosos, llámese eso favores en el campo de juego (que no son tan usados porque son visibles), favores en los despachos (estos no hacen ruido y son mucho más efectivos), diezmar inferiores a cambio de unos pesos para quedarte con las futuras figuras, apalabrar a jugadores para irse a jugar con ellos (uhhh…. esto me suena cercano, ¿no?), y a la par de todos, los fenicios que mercadean alrededor buscando una tajada en un pase.

En ese entorno tan sucio, la pelota sigue girando. A pesar de todo el hedor de la misma, de la violencia aceptada por algunos dirigentes con doble discurso, de la violencia producto de los valores trastocados, de los que cambian de discurso por el rating o en centimil y alientan el modelo, algunos seguimos todavía creyendo en los 90 minutos de juego y esperamos que todo sea alguna vez más puro.

Aguante Ciclón!!

Segola

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