Dejemos
de mirar para otro lado, la educación de nuestros hijos es nuestra
responsabilidad; y no lo digo como docente, lo digo como padre. Sé que
cada familia es un mundo pero debemos ser responsables y coherentes. A
mi hijo lo quiero mucho, porque es mi hijo. Ha tenido muchas cosas en su
vida, muchos favores y regalos, que le permitieron hasta viajar y
conocer el mundo, no le ha faltado de nada. Pero en la familia el único
que le ha puesto los límites he sido yo, su padre. Ayer, con mucha
paciencia, durante una hora y media, le estuve diciendo que aunque se
encapriche no le voy a dar lo que quiere
porque no se lo merece. Estuve noventa minutos en su cuarto
explicándole que se había portado muy mal este año, si hasta casi deja
ciego a uno de sus primos por hacerse el vivo con una sustancia que hizo
con el jueguito de Química. Pero se puso insolente e irrespetuoso, y a
veces, sabiendo el dolor que produce, hasta los propios hijos merecen un
sopapo y a la cama. Siempre serás Junior, mi hijo. PERO ACORDATE, NO TE
GANO, SIMPLEMENTE TE EDUCO!!!
Pulpo.
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