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9 jun 2007

Ante el acto supremo



Dicen que el gol es el momento más sublime del fútbol, yo me permito agregar que hay uno más importante y es ese en que los hinchas de San Lorenzo (los demás se me ne fregan) estamos ante la parada final que nos pueda llevar a otro campeonato. Será porque de eso, en nuestra vida en azulgrana, no abunda como en otros equipos que la historia los supo beneficiar con estadios, arbitrajes, influencias políticas y algunas ventajas que por h o por b los Cuervos nunca tuvimos. Y para rematarla, como una extraña burla del destino a nosotros se nos pungó acaso el estadio más representativo de un tiempo y un estilo. Así, de un plumazo, contando con complicidades internas, en tiempos en que la ley brillaba por su ausencia el mítico Gasómetro de la Avenida La Plata, escenario de gestas históricas del fútbol nacional (sin olvidar otros acontecimientos) pasó a ser una puñalada clavada en el corazón de los sanlorencistas y una afrenta a los barrios circundantes y a la ciudad toda.

Y aunque uno se dispone a hablar de la cita inminente que tiene al cuerverío internacional en un estado de excitación como pocas veces hemos presenciado, la herida de la Avenida La Plata sigue sin cicatrizar y en cada momento sale a relucir en todos los actos de nuestra vida de hinchas azulgranas.

En verdad de lo que venía a hablarles es de la expectación, de las ‘mariposas en el estomago’, del revuelo que este partido contra el equipo del vitalicio dirigente de AFA y FIFA ha levantado entre el sanlorencismo. Uno, por cuestiones que no hacen falta mencionar, tiene contactos con muchísimos sanlorencistas residentes en todo el globo, incluso en lugares absolutamente impensados y el clima, el sentimiento que se respira en cada rincón del mundo es parecido, por no decir igual.

Desde los calores del Mediterráneo, pasando por la meseta castellana o los desiertos de Arizona y Medio Oriente, la tibieza caribeña y hawaiana hasta los duros fríos de Usuahia, los vientos de la Patagonia profunda, en cada Cuervo late una ilusión, una sensación de inminencia, casi un estado de conquista a consumar con la mujer (o el varón) deseado ¿Quién alguna vez no sintió ese cosquilleo previo al de “¡esta noche sí”, “esta noche cae...”?

Mucho se ha hablado de la relación del fóbal y el sexo y uno no tiene la carpusa necesaria (ni las ganas) para alargarse en un chamuyo farolero pero algo parecido a la previa de una cita amorosa tiene este prólogo que nos toca vivir. Será cuestión de vivirlo en positivo y después, si todo sale como uno espera (y no tiene porque no salir), ir al feca a contárselo a los amigos, como en aquellos sueños adolescentes que entreveraban a Chunchuna y a Jacqueline (los apellidos se omiten por cuestiones de caballerosidad)

Dale Cuerva, dale Cuervo, relajate y disfrutá que la vida, como cantaba Castillo “son cuatro días locos y por cuatro días locos te tenés que divertir”.

Osvaldo Álvarez

1 comentario:

mickuervo dijo...

Casualmente hoy me llegó en la carta de que mi "viejo" me acostumbra a enviar despues de cada lunes un recorte del diario donde habla de este hombre. Escrito por el añade una anecdota que mas de mil veces escuche y mas de mil veces volveria a escuchar.
El primer parido de practica de mi viejo estando en la reserva de aquel fabuloso equipo fue justamente contra este señor.
En circunstancias del juego, llendo a cabecear, Basso golpeo sin querer a mi viejo lo que le provoco una hemorragia por la nariz. Alli mismo saco su pañuelo del bolsillo trasero del pantalon y se lo dio a mi papa. No solo eso, lo acompaño junto al utilero al camarin donde le aplicaron hielo y solo cuando estuvo tranquilo volvio a la practica.
Para mi viejo Basso era Dios ya en ese momento de sus 17 años.
Imaginense despues.
Siguio por mucho tiempo viendolo en el viejo gasometro y nacio una amistad de esas que tanto nos tocan. La amistad que solo une el amor por San Lorenzo entre los hombres de bien.