Un
nacimiento que marcó una forma de ser a lo largo de la historia. La
barriada como marca de pertenencia y de integración social, los chicos
contenidos en el patio de la iglesia como muestra de preocupación por el
futuro, el papel fundamental de la gente, el compromiso y la bien
entendida terquedad de un sacerdote y un grupo particular de personas
que se obstinaron en hacer algo que quede, que perdure y sirva al
conjunto. Tal es la pertenencia que se quiso marcar que el nombre
oficial incluye al “de Almagro” por expreso pedido de Federico Monti,
uno de los fundadores. No hubo primacías egoístas ni deseos de perdurar
individualmente por encima de esa creación, ese nacimiento con espíritu
social.
Hubo colectas, reuniones, sudor en conjunto para fundar el club, para rescatarlo y refundarlo.
En
un siglo que migró de la cultura de lo compartido al individualismo, en
un mundo cada vez con menos utopías, todavía hay un lugar donde quedan
intenciones de no olvidarse del pasado.
Bibliotecas,
actividades culturales, actividades deportivas (fútbol, básquet,
natación, atletismo, lucha, hockey, rugby, karate, boxeo, etc), un
estadio en las instalaciones que albergaron los acontecimientos sociales
del barrio como casa de todos y en la que muchos pasaron los primeros
(¿mejores?) años de su vida.
Ciento
seis años después, seguimos y seguiremos. Con alegrías, tristezas,
ilusiones, desánimos, objetivos, promesas, obsesiones, cantos,
satisfacciones; con el mismo orgullo de siempre, las ilusiones de toda
la vida y el mismo objetivo de volver a tener la casa de todos en el
lugar que la historia marcó.
Feliz Cumple San Lorenzo.
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