Con la anuencia de Savino

Nos han clausurado buena parte del estadio. Una vez más somos víctimas de una campaña hace años iniciada por un equipo que absurdamente pretende reescribir una historia que tiene casi un siglo. Pero esto no es lo malo ni siquiera lo peor; lo terrible de esta historia es el silencio manso (¿Y cómplice?) de nuestro máximo mandatario al que siguen sus adláteres con sorprendente obediencia. Se trata de no alzar la voz para no molestar a quien desde hace tres décadas comanda el fútbol argentino desde que fuera nombrado por el gobierno militar.

Aparte, y para más adelante, queda otra sanción que cumplir: no admitir hinchas visitantes en los próximos encuentros entre los dos equipos. Claro, es una medida absolutamente asimétrica y desigual ya que uno de los dos equipos lleva público en sus visitas, el otro convive con el cemento que es el que lleva la voz cantante (o silente, habría que decir) en sus tribunas. Si es visitante hasta en su propio espacio por mucho que enjaulen a sus visitas.

Y Savino calla y se agacha una vez más.

Ojalá el socio de San Lorenzo tome debida nota de esta nueva entrega.

Osvaldo Álvarez