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8 jun 2009

El Flaco Cousillas

En función de la edad que tengas, de los equipos que hayas visto, de la memoria propia o contagiada que puedas tener, serán unos u otros los recuerdos que tengas, pero siempre los sanlorencistas recordamos a jugadores o equipos que representaron con hidalguía al club y dejaron algo en su historia.

Tal vez el recuerdo no esté solamente ligado a goles (Lángara, Facundo, Fischer, Scotta), títulos (Matadores, el del ’46), “clase” (Pontoni, Martino, Silas). Muchas veces se relaciona con el “espíritu” (Insúa) o el innegable compromiso deportivo de un jugador (como Urso) o un grupo (como los Camboyanos) para con el club.

Palabras de jugadores retirados que van desde el famoso “tatuaje en el alma” del respetabilísimo Sergio Villar, hasta las más comunes declaraciones de que San Lorenzo los ha marcado en la vida, son comunes es muchos jugadores que han sabido mantener el agradecimiento en el tiempo por lo que representó el CASLA en sus vidas.

Entre los dignos de recordar está una persona con mucha repercusión mediática en estos días por su reciente contratación en España, nos referimos a Rubén Cousillas.

Comentemos que se cumplen en breve 32 años del debut en el arco de San Lorenzo de un símbolo de la resurrección del ‘82. El “flaco” Cousillas, el mismo que allá en el peor año de nuestra historia futbolística, se calzó el buzo con el 1 en la espalda y tapó mil pelotas para ayudar al club a volver a primera. Ese arquero oriundo de Roque Pérez, que después de ser figura todo año, tuvo que ver desde la tribuna los últimos partidos del torneo porque no arrugó el cuerpo en un mano a mano y se quedó con una fractura en la mano por evitar el gol del contrario. Así, yeso y todo, salió a dar la vuelta y festejar, cuando lo hecho ese año merecía que hubiera terminado bajo los tres palos y jugando.

Debutó en un amistoso en Brasil (con Rogelio Dominguez de DT y Ricardo La Volpe de habitual arquero titular), jugó algunos partidos del ’78, y a partir del ’80 ya fue habitué del arco santo, hasta que después de unos años en el banco, debió emigrar a otros clubes para poder volver a jugar. Su imagen, llorando arrodillado en el área al término del que fue su último partido en San Lorenzo, quedará en el recuerdo de todos aquellos que no terminamos de agradecerle su paso y su amor por el club.

Verlo estos últimos años todos los domingos junto a Manuel Pellegrini haciendo jugar al fútbol a un club que no está en la lista de los grandes de España por historia pero que se hizo un lugar de a poco en esta liga, nos llena de satisfacción de ver cómo un jugador de nuestra entraña está por el buen camino futbolístico en su rol de segundo técnico.

Hace poco encontramos una nota en la página de su pueblo natal ( La Guia de Roque Pérez) con las siguientes declaraciones sobre San Lorenzo:


¿Como fue tu paso por San Lorenzo?A mi San Lorenzo me marcó como hombre porque yo fui de muy pibe. Vivía en la institución y le tomé un cariño muy grande a esos colores, a esa gente, así que yo hasta el día de hoy soy hincha de ese club y le estoy muy agradecido. Y viví momentos muy lindos y muy duros. San Lorenzo pasó una época económica muy mala, nos llegaron a deber 6 meses de sueldo y nosotros salíamos a la cancha igual, poníamos el hombro y eso nos dio un gran reconocimiento hasta el día de hoy de la hinchada. La tristeza más grande fue haber perdido la categoría. Nadie pensaba que a San Lorenzo le podía ocurrir. Pero era algo que tenía que pasar porque fue un descenso más institucional que futbolístico. Cuando descendimos la gente se unió más que nunca. Y el campeonato de la "B" del 82 para mí fue lo más grande que me pasó como jugador, porque tuve la oportunidad de ser capitán de ese equipo, de ganar el campeonato por 8 o 10 puntos de ventaja y de jugar todos los partidos con 30 o 40.000 personas en la cancha, que fue histórico y nunca se volverá a repetir algo así en la B. Como anécdota te cuento que una vez estaba parado en el Obelisco y desde un auto me reconocieron tres o cuatro hinchas de San Lorenzo y me llevaron en andas mientras lo otros autos tocaban bocina festejando que estábamos por salir campeones. Eso uno nunca más lo va a volver a vivir. Era increíble, había tal pasión. La cancha se llenaba con toda la familia. Era hermoso. Y para nosotros fue una gran revancha, porque a comienzos del campeonato habían llegado 14 jugadores de afuera. Cuando descendimos se fueron todos y quedamos sólo 5 o 6 jugadores del club que teníamos que poner la cara, jugamos un campeonato nacional ya descendidos y nos bancamos la cargada de todas las hinchadas, pero la gente de San Lorenzo igual nos seguía a todos lados.Después recuerdo mis dos últimos partidos en San Lorenzo. Al club ya había llegado Chilavert y yo estaba condenado al banco porque él era superior a mí. Pero a Chilavert lo expulsan y le dan dos partidos de suspensión. San Lorenzo venía segundo en el torneo y a mi me tocó jugar contra Independiente (ganamos 1 a 0) y contra Instituto en Córdoba (empatamos) y fui figura en los dos partidos y EL Gráfico me calificó con 9 puntos. Y se dio un hecho muy lindo y anecdótico, porque después de esos partidos el periodismo me preguntaba quién tenía que ser el titular. Y yo contestaba que Chilavert era el titular y que yo volvía al banco porque yo tengo principios y si yo fuera titular me gustaría que me respetaran el puesto si me expulsan o me lesionaba. Con mis declaraciones se armó un revuelo bárbaro, Victor Hugo Morales me empezó a dar una manija infernal, que yo era de otro planeta, que no podía ser que alguien dijera eso. Y bueno se habló mucho en la semana, en una nota en El Gráfico yo dije que los dirigentes me iban a dar el pase libre para ir a un club donde pudiera jugar y poder asegurarme el futuro. Cuando se jugó el siguiente partido contra Newells el estadio estaba lleno y San Lorenzo había alcanzado la punta. Cuando entra el equipo se hizo un gran silencio y cuando salgo yo como suplente, la cancha se venía abajo, todo el estadio comenzó a aplaudirme por mi actitud y a gritar “El flaco no se va, Cousillas no se va” que realmente me hicieron llorar. Eso es parte de mis mejores partidos y mejores momentos que tuve en San Lorenzo.


Independientemente de la alegría que genera en los Cuervos que el Flaco Rubén siga teniendo esos recuerdos, queda un mensaje muy claro de su hombría de bien. No se dedicó a ir de pesca para forzar una venta, no insultó nunca a la tribuna, se bancó el descenso (como otros) y quiso seguir jugando en San Lorenzo, no privilegió otro club, no pidió resarcimientos por lucro cesante, no salió a hacer declaraciones desagradecidas luego de estar en Boedo, ni dejó de estar orgulloso de su paso por el Ciclón.

En la primera oportunidad que se calzó la responsabilidad de dirigir el primer equipo Cuervo, una tarde en Avellaneda, los Camboyanos ganaron 1 a 0 a un equipo del rojo que no entendía como un plantel golpeado por las renuncias y la falta de medios, le había plantado cara de esa manera (¿quién se puede olvidar de esa imagen de jugadores festejando con la tribuna y regalándole sus camisetas?)

Allá por el 2000 y por diferencias con el entrenador de ese momento, se produjo su desvinculación cuando estaba a cargo de la reserva Santa.

Tal vez el destino vuelva alguna vez a juntar a Rubén Cousillas con San Lorenzo. Ojalá sea pronto.
Será Justicia.


Aguante Ciclón
Segola

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