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8 mar 2007

Algo pasó en el medio

Entre tantas alegrías del domingo post boca jrs. me acordé de un hecho de hace 35 años atrás. Recordé que estaba de vacaciones en Mardel en diciembre del 72 y colgué de una pared del departamento que alquilamos, la lámina que sacó “El Gráfico” del equipo Bicampeón.
Yo nunca vi jugar a los monstruos sagrados, pero por mi viejo siempre supe de las gambetas de Pontoni, de las jugadas de Martino, de las que paraba Blazina, de cómo sacaba Zubieta, etc. Y él, habiendo estado en el Gasómetro viendo esos jugadores, me dijo “yo me saco el sombrero con este equipo”.

Treinta y cinco años después, y leyendo lo que contaba Osvaldo en “El Gacuchito de Oro” (http://www.museodesanlorenzo.com.ar/contenido/otros%20temas/el%20gauchito%20de%20oro/30.htm) acerca de que él no da chapa de ídolo a ningún jugador desde el 83 para acá (excepto Silas y con dolor de no poder hacerlo con el Pampa), no pude dejar de recordar ese comentario de mi viejo y ver cómo nos pegó en ciertos aspectos el mal manejo de tantos años.

Ese equipo del 72 (apenas 4 años después de Los Matadores, o 7 años de los Carasucias) tenía 6 jugadores de la Selección Nacional (Glaría, Heredia, Rols, Chazarreta, Telch, Ayala), mas jugadores como el Toti Veglio que había participado de la albiceleste o el Gringo Scotta que luego tendría el honor de lucir. En la tercera afloraban Olguín y Ortiz, futuros campeones del 78. La verdad era para sacarse el sombrero ese flor de equipo.

Pero hay un aspecto que hay que rescatar de esa época, por encima de lo que hacían en los 90 minutos. Ese equipo tenía a un Señor Jugador, como Sergio Villar, muchas veces en el banco de suplentes, y a veces hasta jugando de 8 en el equipo alternativo que ponía el Toto Lorenzo. No recuerdo que ese jugador hubiera dicho que era jugador para tal o cual equipo, o que si era suplente se iba, o que prefería la pasta antes que jugar en Boedo. Sí recuerdo que dijo que San Lorenzo es un tatuaje en el alma.
También recuerdo a jugadores de ese bicampeón que todavía dicen tener una espina clavada por la Libertadores que jugamos en el 73.
Valga recordar la pertenencia muchos jugadores, como Telch a quien lo vemos ligado al club, el mono Irusta en su rol de entrenador en las inferiores, el Bamba y sus recordadas lágrimas en el 95, o las caras de felicidad de Batman Buticce o del león Espósito cuando terminó el partido de Rosario. Hoy por hoy el Gringo Scotta se sigue emocionando cuando habla de su pasado como jugador cuervo, y hasta el Toscano Rendo (jugador de los Matadores, no del bicampeón), hincha declarado de nuestro hijo Patricio, sigue hablando con respeto de la Institución.

Luego llegó la nube gris y algo se empañó. Pero después de los Camboyanos, que jugaban con deudas y el cuchillo en la boca con contrato o sin contrato vigente, aparecieron casos de jugadores de inferiores, que luego de hacer el primer gol de su carrera profesional (contra Rosario Central, en Rosario) declaraban que su ilusión era: jugar en Italia (no llevaba más de 270 minutos en primera). O casos de juveniles que en la primera terminaban haciendo gestos a la tribuna, o casos de “no vuelvo” o “me quiero ir” independientemente de quien sea.
Desde ya que todo el mundo tiene el justo derecho de buscar un porvenir mejor; eso ni se pone en discusión. Pero tantos años de desgobierno, desarraigo, y demás desquicios, nos llevaron a una pérdida de valores en lo que hace al reconocimiento del club por algunos actores de este circo que es el fútbol. No en vano se debieron organizar charlas en las inferiores para “explicar” qué es San Lorenzo. Es lo que decía Fernando Berón: no puede ser que un chico de las inferiores no sepa quién fue el Negro Ortiz. Y es cierto.

Desde la tribuna sigue la fiesta dominguera, desde Internet podemos ver cómo nos juntamos los que estamos afuera para seguir con la pasión; nos emocionamos con las declaraciones de Zabaleta, Silas, y otros que recuerdan su paso por la azulgrana, pero creo que las malas gestiones que regalaron prestigio (ventas de equipos enteros para seguir con deudas; jugadores de medio pelo para armar equipos que nunca dieron nada; contrataciones como la del “trío famoso” del 81 que nos acercaron al foso) dejaron un surco en la gestión y muchos jugadores, periodistas o empresarios pueden ver a San Lorenzo como una vidriera, un mero escaparate. Entonces aparece la idea de que San Lorenzo es un ave de paso, un escalón para subir (como quien dice cuando se va “por fin me voy a un grande”), un lugar para hacer negocios, un lugar para entrenar y ganar ritmo para jugar en otro lado (tuvimos un ex 9 no hace mucho….) y ¡a quién le importa el resto!??!!!

El resto:
> Somos los hinchas, los socios, y lo más importante: el prestigio del club. Hace 9 años un domingo a la mañana pude ver en Madrid la gira del 46. Era un programa homenaje al Atleti, y en su historia se mencionaba que jugaron con un equipazo que dio cátedra y del que todavía, los canosos, se acuerdan. Y pasaron al cuervo jugando.
> Es ese sano sentimiento de pertenencia, como por ejemplo ver a Viggo con la corbata de San Lorenzo en un reportaje que sale por todos lados y verlo con cara de dolor por el nefasto 1-7 (expresándose con bronca de hincha de verdad, no para hacer rating). Tenemos que recuperar la mística de volver a ver a los pibes con la azulgrana jugando en la lleca con el sano orgullo de ser de un club con arraigo.

Estamos a las puertas del centenario. Pero lo más importante creo que es cómo desearíamos que se encare el futuro. Hay que darse cuenta que es necesario que la gestión del club (sea cual sea) tenga ideas para poner a San Lorenzo dentro del panorama futbolístico que debe tener. Esto es que no podemos contratar técnicos como laboratorio, jugadores de vuelta para no aportar nada (solo posibles juicios), y que se debe hacer saber en inferiores qué es San Lorenzo, para que se sepa en el momento de jugar “por los porotos” qué es lo que se defiende deportivamente.
La seriedad de las gestiones dirigenciales hacen la imagen de la institución que tendremos. A pesar de los lobbys con las empresas “formadoras de opinión” o con los de relaciones en algún despacho, se debe poner el pecho con gestiones serias pero no ingenuas, con transparencia en la gestión, firmeza en la postura, e ideas. Eso nos hará serios y creíbles y a partir de allí creceremos de otra forma, para volver a ser referentes y no escalones; para volver a ser protagonistas y no partenaire.
A ponerse las pilas todos, tanto los que tienen el honor de defender los intereses del club en lo económico, lo social y lo deportivo, como los que tenemos que con el voto aprobar o no una gestión.

No quisiera de acá a unos años terminar cantando como el Negro Heredia:

Qué nos pasó?
Qué ladrón nos ha robado la ilusión del corazón.
Creo que quiero cerrar los ojos
Para no ver los despojos
De lo que tanto amaba entonces.
Segola

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