A todos alguna vez nos habrán preguntado, porque sos de San
Lorenzo, o porque te hiciste cuervo.
Cada uno tiene su historia particular, que por mi viejo (ese
es mi caso), que algún tío, primo, abuelo, por el barrio o simplemente porque
te deslumbro algún equipo en algún momento de tu vida.
Pero hay algo que nos une aparte claro esta del amor a la
camiseta y de ser hinchas de nuestro querido club, es el sentir que una vez que
abrazas esta pasión hay dos cosas que son únicas y distintas al sentimiento de
cualquier otro hincha.
Una es la identidad, el sentir al barrio de Boedo como
nuestro lugar en el mundo, el caminar por esas calles y sentirlas parte
integrante de nuestra vida y nuestra pasión aunque nunca hayamos vivido en el barrio
(este también es mi caso), es el sentir una sensación de pertenencia cada vez
que pisas nuestro querido barrio.
Sentir el clásico e ir a vivir desde temprano en el barrio
nuestro clásico, el autentico clásico, no los clásicos inventados por el
establishment es una sensación única.
Somos los que cuando caminamos por Avenida La Plata no vemos
un supermercado, vemos nuestra casa robada por la dictadura y a la que estamos
luchando por volver.
Tal vez por ser el barrio del tango, en esa simbiosis
maravillosa que se produce por nuestras calles seamos algo soñadores,
nostálgicos y estemos predestinados a sufrir un poco más de la cuenta.
Seguramente tendrá algo que ver el haber leído al gordo
soriano e identificarnos con sus historias y sentimientos.
La otra y a la que es aun más característica de nuestra
condición es el orgullo.
Orgullo de nuestra historia y respeto a los jugadores y equipos
que vistieron nuestra camiseta y nos hicieron emocionar (llorar, reír, gozar) a
los que vimos y a los que nos contaron.
Orgullo de haber mantenido la dignidad cuando la dictadura
se ensaño con nosotros de una manera criminal y mientras otros tenían
privilegios a nosotros nos robaban nuestra casa.
Orgullo de haber vivido en el año 82, lo que otros viven
como una humillación como un carnaval cada sábado reventando todos los
estadios.
Orgullo de habernos recuperado de administraciones traidoras
y resurgir siempre en los momentos difíciles.
Orgullo de haber hecho el estadio actual.
Orgullo de la caravana a Rosario cuando lo más probable era
que esa racha de 21 años se extendiera y fuimos con fe y demostramos que a
pesar de todo creímos y lo logramos.
Orgullo de la vuelta a Boedo, donde logramos marchas
multitudinarias, cambiar leyes, hacer lo que nadie nunca hizo.
Orgullo porque le demostramos a la clase política en general
nuestra fuerza, donde primero nos tildaron de locos, después nos tuvieron
respeto y al final desde su incomprensión, esa incomprensión generada por los
movimientos populares que ellos no dirigen y por lo tanto no entienden, el
miedo, el miedo a nuestro poder de convocatoria.
Orgullo porque cuando hace poco más de un año estábamos
prácticamente descendidos reventamos la cancha y el “te juro que en los malos
momentos siempre te voy a acompañar” bajo como un himno y se convirtió en la
envidia de todo el futbol argentino.
Por esto y por mucho más apelo al orgullo, al orgullo bien
entendido y sin soberbia.
Por todo esto termino con una certeza, una convicción y un
deseo.
La certeza de que el domingo a la noche pase lo que pase me
voy a ir a dormir con este orgullo al que hago referencia y con el que me voy a
dormir todas las noches.
La convicción de que apelando a ese orgullo vamos a dar otra
vuelta.
El deseo que el 2014 sea el año en que ganemos esa copa
esquiva que tanto deseamos.
Un saludo a toda la cuervada y el domingo con más fe que
nunca.
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