¿Qué querés que te cuente, Cuervo?

Y que te voy a contar que vos no sepas, acaso que este 29 de Agosto sea declarado “Día Internacional de la Lagaña” porque el cuerverío local pero sobre todo el internacional, especialmente los que están al oriente de la República Argentina se pasaron una noche por alto.

Si a uno le hubieran contado hace unos años que SanLorenzo sería el causante de insomnios y trasnochadas de la dimensión de la de ayer (¿o habría que decir hoy?) hubiera dicho que era una exageración de fanáticos irresponsables.

Anoche después de terminado el histórico partido frente al verdugo habitual de los años 50s asistí a un espectáculo de difícil explicación. En un cierto chat de sanlorencistas desperdigados por el mundo donde llegué a detectar gente en México, USA, Reino Unido, Francia, España, acaso alguien en el Caribe, Israel y seguro que algún cuervo dentro del territorio argentino en horarios distintos y distantes pero altamente trasnochados en Europa e Israel, festejaban, festejábamos con frases a veces ingeniosas, a veces tópicas pero desbordantes de emoción y de alegría.

Tener que ver partidos que comienzan a las 02,30 de la madrugada teniendo que levantarse a la mañana siguiente para asistir a las obligaciones requiere una pasión quizás irracional y un nivel de fe que para sí quisieran muchos religiosos.

Pero el de ayer, especialmente para los que orillamos los 60 pirulines y aún guardamos la inocencia virginal del un fóbal aprendido en potreros, en veredas y calles poco frecuentadas de barrios y pueblos donde la siesta era interrumpida por aquellas Pulpo legendarias era algo más que un simple partido de fóbal. Por primera vez después de décadas estábamos ante la posibilidad de asistir a un hecho único: pasar otra vez al frente (como lo era hasta el 48) en el duelo personal contra el equipo albiceleste (otro pungueo más?) que tanto daño nos supo hacer durante dos décadas, especialmente la del 50. Agréguese a ello que aquí en España el día llevaba una carga de tragedia de nivel superior como era la muerte de un chico de 22 años que se oponía formalmente a la dispersión emocional que este San Lorenzo-Racing provocaba entre los aficionados al fútbol. Sensaciones y emociones fuertemente enfrentadas.

Pero como si algo superior pretendiera hacer flaquear nuestro agnosticismo (por la gracias de Dios) el partido comenzó a discurrir con un libreto que ni el más exagerado guionista se hubiera permitido en uno de esos bodrios maniqueístas que tanta veces nos ofrece la TV y el aparato proselitista que Holliwood se empeña en difundir. Todo indicaba que iba a haber tragedia (deportiva, entiendase) o estábamos prontos a asistir a una hazaña de aquellas que décadas después suponen que ese día en el estadio llegó a haber 5 millones de personas, como en el gol de Grillo a los ingleses, los 4 goles de Lángara en su debur o más allá en el tiempo la tragedia de Jacobo Urso en el 22.

Apunten los más jóvenes: dentro de 50 años si se ponen a echar cuentas de todas las personas que dirán que estuvieron en la cancha el 28/8/07 en la legendaria remontada contra el equipo de la empresa no bajaran de 3 o 4 millones. Los coleccionistas de acontecimientos son insaciables y desde la muerte de Manolete en Linares por estos días de agosto del 47, a la de Kennedy o el gol de Grillo no han parado de sumar presencias.
Y termino con una casi personal: anoche el peñista Jorge Pastore abrió las puertas de su casa una vez más para quienes quisieran ir a ver el partido. Tres insaciables se hicieron presentes y según leo en un mensaje de Damián. El descontrol tuvo su cúlmen en el 4º gol cuando ante la algarabía descontrolada, un vecino tiró la cabrón y parece que la cosa terminó medio fule. Que sabrá ese pobre gil...

Osvaldo Álvarez