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13 may 2007

Lo que San Lorenzo une, no lo separa ni Dios

Viene este título de una recordada película de Luis García Berlanga en la que un cura trabucaire proclamaba de ese modo, más o menos, su autoridad sobre cierto matrimonio que había sido bendecido por él y que algún tribunal superior del Vaticano había tenido a bien anular.

En este viaje a Bs. As., alejado de cualquier placer y donde apenas San Lorenzo, algunos familiares, viejos amigos y algo de tango fueron las licencias permitidas hubo algo que destacó por sobre otros momentos de pasión azulgrana.

El día que jugábamos contra los mendocinos y dado que era de todo punto de vista imposible acudir a la capital del vino me procuré información de cómo ver el partido. Solo y sin compañía cercana averigüé a través de un reciente amigo de la familia, Cuervo él, vecino él, que me aconsejara como debía hacer para verlo. Algo dormido el joven sanlorencista me recomendó un cierto bar de la calle Santa Fé. Volví a llamarlo para que me informara de la razón por la que no jugaba Fernández y ya más despejado me aconsejó otro que por estar más cerca fue el elegido (Charcas y Salguero, creo)

Al llegar al lugar y mientras terminaba un partido en el que creo que jugaba boca un Sr. de edad provecta, más provecta que la mía, al verme llegar en ese horario y con alguna prenda “sospechosa” me inquirió para que confesara mis preferencias. Le respondí que a la hora en que estaba llegando y con las pilchas que lucía había poco que averiguar. Sonriente, cargado de esa simpatía socarrona que tienen algunos Cuervos me dijo: “entonces ya somos tres”, señalando a otro Cuervo que se disponía a ver el encuentro en una mesita esquinada.

Yo me acomodé en otra cercana y en la que se completaba un triangulo esquinero y ahí, como era de esperar se armó una conversa propia de boedenses, solo que esta vez teníamos como marco un chelibo de Palermo.

Cuando di a conocer mi lugar de residencia, el veterano, el renombrado Chiche, hombre respetado y querido por el vecindario me dijo que acababa de hablar con su hijo que residía en Francia y que este se había despedido con un “me voy a ver el partido por internet”. Junador de estos gheites (por algo uno lleva tantos años lejos del barrio y sigue al Ciclón por estos medios) pregunté que quien era su hijo porque era evidente que yo lo conocería dado que de tanto en tanto suelo compartir chats con Cuervos de todo el mundo en las previas de los partidos que vemos por internet gracias a los oficios de Víctor y Beto. Luego de dudar un poco, Chiche, este nuevo amigo Cuervo, me dijo que su hijo tenía una dirección electronica de la que recordaba “yusti” y apenas nada más. No hicieron faltas más explicaciones. Su pibe es amigo mío le dije, aunque nunca le vi la cara, su pibe y yo solemos compartir momentos que suelen ser agridulces. Él desde la vecina Francia, yo desde este lado de los Pirineos.

El primer tiempo del partido fue un sufrimiento en donde terminaron empatándonos sobre la hora. Chiche, para seguir con sus cábalas se mandó un par de empanadas aunque nos advirtió que había almorzado no hacía mucho y se fue a fasear una par de veces a la vereda porque el hombre lo necesita.

Todavía en el entretiempo y hablando de cosas del país y el extranjero dijo algo que terminó de deschavarlo. Mencionó cierta actividad profesional de su otro hijo, ligada de algún modo a España y ahí caí en que Chiche no era solo padre “Yusti” el Cuervo francés sino que también lo era de Fernando, el dormilón que me había recomendado el boliche donde habíamos coincidido. Cuando expliqué quien era yo, hijo, hermano y tío de quien soy supimos que éramos amigos desde hacía más tiempo de lo que podíamos suponer.

Hace más de un año y ante un viaje de mi hermana yo reclamaba que me trajeran mi carnet de San Lorenzo y por esas razones que uno nunca comprende en Av. de Mayo no querían entregarlo. Ahí fue Chiche, el padre de Yusti, mi viejo amigo de chats en los días de partido vistos y sufridos por internet en más de una madrugada europea y de Fernando el vecino dormilón que me había informado de donde podría ver el partido y con su verba y su presencia consiguió que le entregarán el carnet para el “hicha pelotas de Madrid” y me lo pudieran traer.

Al domingo siguiente los dos estuvimos viendo el sufrido triunfo contra Chicago después de comer en la confitería del club junto a la barra que componen, entre otros, su hijo y mi sobrino y ahí Pablito Sotelo nos sacó alguna foto con la flamante bandera de la Peña Osvaldo Soriano de Madrid y aunque no se cuando volveré a ver un partido con Chiche, aseguro que en cada alegría y en cada disgusto, Chiche estará a mi lado como lo están tantos y tantos amigos del barrio y la infancia.

Por eso el título de esta “basurita” que les doy a leer... San Lorenzo une a personas y sentimientos y esos duran para siempre, se van con uno.

Osvaldo Álvarez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno tu relato,Osvaldo...son estas cosas las que nos hacen diferentes.creo que ya va siendo hora que aquella cancion que los cuervos cantan se modifique.
SAN LORENZO ....ES !MAS!QUE UN SENTIMIENTO...
Vi la foto,del trapo de Madrid en el Nuevo Gasometro, en la pagina del Dep.de Peñas quedo precioso.
Y devido a comentarios en SLF ,de algunos pibes ,que la vieron en la cancha,me tome la libertad de reproducirla alli,para que otros tambien la viesen.a ver cuandola cuelgas aqui en en blog.
Desde Valencia les enviamos un fuerte abrazo a toda esa cuervada de Madrid.
Ricardo Liaño