Imaginarse la Libertadores cuando no se la tiene puede llegar a
confundir. Se puede creer que a partir de su logro llegan un sinfin de
posibilidades, giras y reconocimientos por doquier. Quizás eso ocurría
hace muchos años, cuando además de la Intercontinental y la
Interamericana, ganar la Libertadores te aseguraba entrar en semifinales
de la siguiente copa y una eterna participación en la Supercopa. Hoy el
club de los campeones es más amplio, aquella copa no existe más, está
la Sudamericana y para el torneo continental más importante, el campeón
es uno más entre 32 equipos.
Dicho en
pocas palabras, pasado el Mundial de Clubes y la Recopa, las
posibilidades de San Lorenzo de ganarse una estrella en pocos partidos
tienden a cero. El sistema actual hace perdurar poco el efecto del
campeonato y ese halo de campeón solo se mantendrá ganando otra vez.
Por
esta razón, tras la derrota con River, lo mejor es considerar cerrado
el glorioso 2014 y pensar en ganar cada partido: a partir de ahora, para
tener una alegría de festejo habrá que ser el mejor en un rango de 7
partidos para la Copa Argentina, 16 para el caso de la Libertadores o 30
para este raro torneo.
Empieza el año y
tras perder los partidos de la Recopa, da la sensación de haber caido
en el casillero de 'volver a empezar', clásico del juego de la oca. La
razón es cierta, hoy vuelve a empezar todo nuevamente. Habrá que mirar
el partido con la ilusión de ganarlo y no como una preparación de algo
superior que en pocos partidos nos dará una estrella.
Empieza
el campeonato local, el de todos los años; comienza la Copa, la de cada
tantos, pero ya sin estigmas. En la práctica, San Lorenzo está en igual
situación que hace un año, enfrentando una liga y una copa continental
al mismo tiempo. La gran diferencia es que no tiene la presión
libertadora, pero sí tendrá que buscar de mantener el prestigio y de
tener logros para seguir en la agenda continental. Ya no quedan más
atajos, se perdieron las oportunidades de completar el palmarés a base
de pocos partidos.
El miércoles pasado
Barovero dio las campanadas finales, terminó el 2014. Será cuestión de
empezar de cero, como no sería de otra manera, pero quizás se pensó que
la alegría duraría para siempre. No se tiene la ansiedad ni tampoco la
presión, se tiene un buen equipo y un club que luce ordenado. Con Colón
en el primer casillero, empieza esta nueva aventura que esperemos nos
traiga las alegrías de estos dos últimos años.
Feliz año nuevo, el juego de la oca ya empezó.
M.G.
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15 feb 2015
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